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April 27, 2008 Modales | MannersPaulina Gamus Sábado, 26 de abril de 2008 Ha circulado profusamente un video -en youtube- del ex vicepresidente de la Asamblea Nacional y actual Ministro del Trabajo, Roberto Hernández Whonsiedler, sacándose la prótesis dental superior (vulgo plancha) en repetidas oportunidades, mientras presidía con cara de fastidio una sesión del parlamento. Los remitentes del video le han dado los más diversos calificativos al comportamiento en público de alguien que ha alcanzado tan altas posiciones. Todos coinciden en que se trata no solo de una carencia total de glamour, sino de la educación mínima que antes nos daban en casa nuestros padres y que la escuela complementaba. No se crea que las burlas y críticas derivan de la condición de comunista irredimible y de chavista estructural de quien fue mi condiscípulo en el Liceo Andrés Bello. Un importante dirigente de mi partido AD, en los nunca bien ponderados tiempos la cuarta república, solía lanzar escupitajos en el piso sin importar donde estuviera y luego tratar de hacerlos desaparecer con la suela de su zapato. Se podrán imaginar el estropicio si el lugar estaba alfombrado. De haber sido captada en video aquella imagen y de existir entonces el youtube, también el insigne adeco habría sido sometido al escarnio nacional e internacional como le ocurre hoy a Hernández Whonsiedler. Cuando una iba a la escuela ya no estaba en boga el Manual de Urbanidad de Carreño, pero nuestros maestros seguramente lo habían leído y algo habían captado nuestros padres: no escarbarse los dientes en público ni con las uñas ni con palillos, taparse la boca para toser, no sonarse la nariz sin tener a mano un pañuelo y sin apartarse del grupo en el que se está, etcétera, etcétera. Suponemos que nada de eso está en el currículum comunistoide y racista que el ministro Adán Chávez, el primer hermano de la República, trata de imponer en las escuelas del país y que es rechazado por la gran mayoría de los padres y maestros venezolanos. La pregunta es a quién corresponde enseñar lo que antes se llamaba modales y que no son más que normas de comportamiento social. En España acaba de ocurrir el sonado caso de un niño de diez años de edad que golpeó salvajemente a un compañero de curso. Un tribunal condenó a su madre a indemnizar a la familia del agredido. El abogado de la madre condenada alegó que la escuela era la culpable de lo ocurrido, pero el juez concluyó que hay normas de comportamiento que deben ser inculcadas en el hogar y que la escuela no puede cargar con esa responsabilidad. Si trasladamos el caso a la Venezuela de hoy sería imposible culpar a la escuela pero también a los padres. ¿Quién educó a esa masa de madres y padres marginales que nacieron y sobreviven en condiciones precarias? ¿Cómo exigir normas de cortesía y de respeto por los demás, a padres y maestros y niños sometidos a diario a una descarga televisiva de vulgaridades, violencia verbal e incitación a la física, chabacanería, agravios, humillaciones y matonerismo que provienen nada menos que del primer magistrado de la Nación? Un currículum que pretenda formar verdaderos ciudadanos y no loros repetidores del menestrone ideológico del chavismo, debería comenzar por inculcar a los maestros (que en gran parte provienen de hogares tan desestructurados como los de sus alumnos) las bases para vivir armoniosamente dentro de un colectivo y para no ofender ni molestar con sus acciones y hasta con gestos, a las personas que lo forman. Basta ver el máximo subdesarrollo con que venezolanos de todas las edades y procedencias sociales utilizan los ascensores, para entender por qué estos casi siempre están dañados: presionan al mismo tiempo los botones de subida y de bajada, les dan golpes y dejan el dedo pegado en el botón de llamada porque creen que así el ascensor los complace más rápido. Hasta algo tan simple como eso debería formar parte de la educación mínima que tendría que impartir la escuela. Culpar al actual gobierno de esa falta de modales para conducirse como personas civilizadas y respetuosas del otro y de la propiedad ajena, sería injusto. Los problemas vienen de muy atrás. Pero lo inaceptable es que al pretender cambiar de raíz las bases de la educación venezolana, se privilegie inculcar las ideas que bullen en la mente afiebrada del teniente coronel Chávez antes que las enseñanzas mínimas que distinguen a una persona del siglo XXI de un hombre de cromagnon. El currículum que hoy enfrenta a maestros y a padres contra las barrabasadas de Hugo Chávez y de quien fue su mentor político y ahora ministro de Educación, deriva de lo que el presidente maestro, estratega militar, médico ingeniero, economista, experto petrolero, guía religioso, crítico literario historiador, geógrafo, antropólogo, psicólogo, sociólogo, poeta, coplero, cantante de distintos géneros y bailarín de joropo; expone a la nación en sus cada vez más largas y frecuentes cadenas radiotelevisivas. El 23 de abril, día del Idioma y del Libro instituido por la Real Academia Española por ser la fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes, Chávez dictó una clase magistral televisada a su pupilo Evo Morales quien se encontraba en Caracas, sobre la significación de esa fecha. Al recordar que es la misma de la muerte de Shakespeare le preguntó a Evo y a todos los televidentes y radioescuchas: ¿Por qué nos quieren imponer una celebración colonialista? ¿Por qué se privilegia a Cervantes y a Shakespeare y se ignora a los escritores de la lengua aymará? Eso basta para deducir que lo que se pretende es un retorno a la época en que nuestros indígenas -en su mayoría nómadas- vivían de la caza y de la pesca y cuando mucho fabricaban un arco, una flecha, una torta de harina de yuca o casabe y una vasija de barro. Pero es una vuelta al pasado aderezada con resentimiento, con xenofobia y con estímulos a la vagancia y al pedigüeñismo: el venezolano nuevo ni siquiera tiene que molestarse en cazar o pescar, todo se lo proveerá la revolución gracias al padrecito Chávez y al petróleo. Solo en este punto el imperio y el colonialismo no merecen ninguna condena del teniente coronel. Pero aplaude a Evo cuando en su lengua aymará -que suponemos será obligatoria como sustitutiva del inglés- suele decir: "Causachum coca, huanuchum yanquis", o lo que es lo mismo: "por la causa de la coca, mueran los yanquis". paugamus@intercable.net.ve Modales Reprinted by permission of the author. The opinions emitted in this article are the sole responsibility of the author. |
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