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August 27, 2006

Asco


Paulina Gamus
Jueves, 24 de agosto de 2006

Ser un asco: ser indecoroso y despreciable, no valer nada. Crápula: acción impúdica o deshonesta (crapuloso, aquel que la comete). Cobarde: sin valor ni espíritu. Pérfido: desleal, infiel, traidor. Repulsivo: repugnante, desviado. Réprobo: malvado, infame. Cayapear: reunirse muchos para atacar a uno sobre seguro (cayapero, quien realiza tan repudiable acto). Monstruo: producción contra el orden regular de la naturaleza, persona muy cruel y perversa.

Elijan ustedes amigos lectores, el calificativo que crean más adecuado para ese contrasentido (con apariencia de ser humano) que ocupa hoy la Alcaldía mayor de la ciudad capital de Venezuela.

Es poco lo que puede agregarse a la indignada reacción del país decente -chavista y no chavista- ante la conducta abierta de un funcionario, alguien que debería comportarse como un servidor del pueblo, que se aprovecha de un acto público -con asistencia masiva de adeptos- para insultar, humillar, exponer al escarnio a dos funcionarios electos como él, y luego, tras bastidores, empujarlos y escupirles a la cara. Los antecedentes homicidas del profesor universitario Juan Barreto prueban que su afición por la violencia no es solo verbal. Y algo más: prueban que es un individuo altamente peligroso que, como diría uno de los dirigentes chavistas presentes en el acto, necesita un psiquiatra. Y con urgencia, añado.

El bochornoso acto ocurrido en plena campaña electoral no deja de causar más que sorpresa, estupor. La política se puede definir de muchas maneras, una de ellas es el arte de convencer. Debería suponerse que cuando se está a pocos meses de una elección tan importante como es la presidencial, el equipo de un candidato busca sumarle votos. En este caso ha sucedido todo lo contrario: quien aprovecha un acto público para llamar putrefacta a la clase media y para amenazar a los alcaldes agredidos con expropiarles todo el Municipio, está de una vez espantando a millones de electores. ¿Acaso todos quienes viven en los municipios Chacao o Baruta son esos ricos que tanta repulsa o envidia provocan al alcalde mayor? ¿Ignora quien fue jefe de Medios en la primera campaña presidencial de Chávez, en 1998, que hay un porcentaje elevado de los llamados Ni-Ni, aún no inclinados por ningún candidato, que podrían correr despavoridos hacia el candidato de la unidad opositora?

El terror es un arma que utilizaron en su momento todos los fascismos: el nazismo de Adolfo Hitler y luego el comunismo de Lenin, Stalin, Mao y, en nuestro continente, de Fidel Castro. Hitler lo empleó durante doce años, Lenin murió antes de poder desplegar al máximo su condición de genocida; Stalin, Mao y sobre todo Castro, han contado con el auxilio de su propia longevidad para hacer de sus gobiernos sistemas sostenidos por el miedo. ¿Es ese el aporte de Juan Barreto a la perpetuación del régimen chavista? Sin duda que cualquier psicópata con poder causa pánico, especialmente si ese poder es omnímodo y si no hay posibilidades de derrotarlo. ¿Estamos ante un caso así?

Hay algo que falla, una pata que cojea en la misión miedo de la revolución chavista y es el afán de aparecer ante el mundo (que Chávez no acepta que sea ancho y ajeno) como demócrata. Los países comunistas de la órbita soviética podían llamarse, con el mayor cinismo, democracias y ser lo diametralmente opuesto. Eso ya no es posible en el mundo globalizado. Es factible que en muchos casos haya una suerte de vista gorda parcializada con respecto a las tendencias autocráticas de un gobierno, pero ser un tirano sin parecerlo es bastante difícil. Chávez va por el mundo alabando la revolución bolchevique, con Stalin al frente, y la de Mao. Ni que decir de la cubana protagonizada ad eternum por Castro. Sin embargo se empeña en hacer elección tras elección para mostrar a ese mismo mundo, que el es un demócrata y que su gobierno es legítimo porque es producto de la voluntad popular. ¿Acaso Chávez se cree inderrotable y está convencido de que jamás perderá una elección?

Los abstencionistas responderán afirmativamente, precisamente su decisión de no votar se basa en la convicción de que Chávez gobernará hasta el fin de sus días porque ha blindado un sistema electoral fraudulento e imposible de derrotar. Si así fuera uno tendría que preguntarse a qué se debe que el teniente coronel viva desde hace ocho años en una perenne campaña electoral.

¿Acaso ocurría eso en la URSS de Stalin, o en la China de Mao? ¿Sucede en la Cuba de Fidel Castro? Primero se jactó de que el próximo 3 de diciembre recibiría diez millones de votos, ahora bajó la cifra de sus aspiraciones a solo seis. ¿En razón de qué ocurre esto? Podría perfectamente ordenarle al Consejo Nacional Electoral, rendido a sus pies, que fabrique esos diez millones ya que la trampa está montada y es imbatible. Pero hasta él sabe que no es posible hacer un fraude tan obsceno. Guardar las apariencias tiene mucha importancia para un aparente demócrata.

Visto lo anterior habría que saludar el deleznable acto de Barreto como el mejor apoyo al candidato unitario de la oposición, Manuel Rosales. Muchos indecisos se habrán decidido ante esa exposición de lo peor y más abierto que puede existir en quien ocupa un cargo tan relevante dentro del chavismo.

Y muchos abstencionistas, me consta, han cambiado de parecer y van a votar porque ven con horror unas amenazas que hay que considerar seriamente.

No quisiera terminar esta nota sin expresar admiración y respeto por Marino Alvarado, de la organización PROVEA, defensora de los derechos humanos. Alguien que tiene el valor de levantarse frente a una masa enardecida por un discurso fascista e incendiario, para expresar su repudio al mismo y solidarizarse con los agredidos, es un hombre, una persona en el sentido más integral. Ojala Venezuela contara hoy con muchos Marinos Alvarados, otra sería nuestra realidad.


Reprinted by permission of the author.
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